Por encima del pensamiento

El don del pensamiento es lo más precioso que tenemos. Sin él, seríamos solamente otra especie animal. El predominio de la mente no es más que una etapa en la evolución de la conciencia. Necesitamos pasar urgentemente a la próxima etapa; si no, seremos destruidos por la mente, que se ha convertido en un monstruo.

Pensamiento y conciencia no son sinónimos. El pensamiento es sólo un pequeño aspecto de la conciencia. El pensamiento no puede existir sin la conciencia, pero la conciencia no necesita al pensamiento.

La iluminación significa levantarse por encima del pensamiento, no caer a un nivel inferior del pensamiento, el nivel de un animal o una planta. En el estado iluminado, usted todavía usa su mente pensante cuando la necesita, pero en una forma mucho más enfocada y efectiva que antes. La usa sobre todo con fines prácticos, pero está libre del diálogo interno involuntario y hay una quietud interior. Cuando usted usa la mente y particularmente cuando se necesita una solución creativa, usted oscila unos cuantos minutos entre el pensamiento y la quietud, entre la mente y la no-mente. La no-mente es conciencia sin pensamiento. Sólo de esta forma es posible pensar creativamente, porque sólo de esta forma el pensamiento tiene poder real. El pensamiento solo, cuando no está conectado con el reino mucho más vasto de la conciencia, se vuelve estéril rápidamente, insensato, destructivo.

La mente es esencialmente una máquina de supervivencia. Ataque y defensa contra otras mentes, recoger, almacenar y analizar información, eso es en lo que es buena, pero no es creativa en absoluto. Todos los artistas verdaderos, lo sepan o no, crean desde un lugar de no-mente, de quietud interior. La mente entonces da forma a la visión o impulso creativo. Incluso los grandes científicos han dicho que sus grandes logros creativos llegaron en un momento de quietud mental. El sorprendente resultado de una encuesta nacional entre los matemáticos más eminentes de Norteamérica, incluido Einstein, para conocer sus métodos de trabajo, fue que el pensamiento "juega sólo un papel subordinado en la breve y decisiva fase del acto creativo en sí mismo".

Hay claramente una inteligencia trabajando que es mucho más grande que la mente. ¿Cómo puede una simple célula humana que mide 1/1.000 de pulgada contener instrucciones en su ADN que llenarían mil libros de seiscientas páginas? Cuanto más aprendemos sobre el funcionamiento del cuerpo, más descubrimos cuán vasta es la inteligencia que funciona en él y qué poco conocemos. Cuando la mente se vuelve a conectar con esto, se vuelve una herramienta sumamente maravillosa. Entonces le sirve a algo más grande que ella misma.

 

Todos los pensamientos que generamos emplean energía pura, tomada del cosmos. Al penetrar a nuestra mente, nosotros transformamos esa energía haciendo uso de nuestro libre albedrío en energía usada en forma positiva o negativa. Así como hemos construido nuestros cielos y nuestros infiernos, esta ley nos demuestra que: No hay víctima inocente.

"Todos tenemos lo que merecemos."

 

Pero debido a la ley de atracción, que también se le puede llamar de afinidad o de multiplicación, igual atrae a igual. Y es por eso que la energía de nuestros pensamientos o actos se convierten en antenas y van a atraer exactamente lo que pensamos o lo que decimos, pero multiplicado.

En su curso rotativo antes de regresar a nosotros, nuestro pensamiento va a conectarse con otros pensamientos de la misma especie, y así cada átomo de esa energía se me regresa multiplicado.

Todo esto es lo que pasa con nuestras antenas.

- Lo que temes, eso es lo que atraes:

Temo que me roben... ¡Y te roban!

Temo enfermarme en el viaje... ¡Y té enfermas!

- Lo que no quieras ver, en tu casa lo has de tener:

No soporto a ese hombre... Y ese es con el que tu hija se casa.

No quiero gente irresponsable.  .. ¡Y eres quien sostiene a toda la familia!

- Lo que no puedas aceptar eso te da la vida:

No tolero a los homosexuales.  .. ¡Y tu hijo lo es!

- Lo que más te disgusta es lo que tiene a tu alrededor:

Me choca la gente chismosa... ¡Y tu oficina es un nido de víboras!

- Lo que menos admites, es tu realidad:

Me mata que me mientan... ¡Y el marido la engaña!

- Lo que estas de continúo negando, eso es lo que vives:

Odio la pobreza... Vive como millonario, pero esta hundido en deudas.

- Lo que te causa gran enojo, eso es lo que sientes:

No aguanto que me falten al respeto... ¡Y todo el mundo te ofende!

- Lo que nunca creías que pasaría... Lo vives:

Si me deja mi marido... ¡Me muero!, y el marido la abandono hace 15 años.

Si se me muriera un hijo, no sé lo que me pasaría... ¡Casi se volvió loca

del dolor!

El poder de la mente es arma de dos filos, puede hacernos felices o puede destruirnos, ¡Tú eliges!

Esta ley de afinidad se aplica también a la regla:

- Dime con quién andas y te diré quién eres.

- Eres libre pensador... Andas entre los liberales.

- Eres triunfador... ... Circulas entre los intrépidos y millonarios.

- Eres fracasado... Te mezclas con los pobres y acomplejados.

- Eres masoquista... . Ves películas que te hagan sufrir.

- Eres victima... Te enganchas con los problemas de todos y tratas de resolverlos, o trabajas sin que nadie te lo agradezca.

- Estás descontento con lo que eres, participas en protestas ajenas.

Y ahora que ya sabemos cómo hemos creado nuestros cielos o nuestros infiernos, imaginen ustedes lo que pasa sabiendo que igual atrae igual:

- Odio a los gorrones... Siempre le toca pagar las cuentas.

- No la trago ni en pintura... Siempre se topa con ella.

- Detesto a los hipócritas... Está rodeada de aduladores.

Y veamos cómo esta ley justiciera ayuda a la envidia:

- Que suerte tiene ese hombre con las mujeres.

- Yo no sé qué le ven los hombres a esa muchacha.

- Ese siempre tiene muy buena suerte.

- ¿Por qué ella tiene más que yo?

- ¿Por qué a mí no me va como a él?

- Ella siempre tiene dinero.

- No sé cómo le hace, pero siempre le va bien.

Con la envidia apoyamos la creencia y estamos con eso dándole más energía a la realidad de la persona envidiada.

La ley de atracción, llamada también de multiplicación, o de reciprocidad

tiene un factor de redención maravilloso: la caridad, el diezmo, la ayuda

Desinteresada que damos a otros se nos regresa también, ¡pero multiplicada!

Cuando aprendas a dar, igual que amar, las bendiciones de tu vida se multiplicaran con creces.

Aprende la ley de abundancia a través del gozo de dar y de saber compartir lo que tienes.

Los países más civilizados, los que más ayuda económica dan a los demás, son los que más tienen, son los que gozan de la abundancia.

Toda sociedad debe estar educada para compartir. Solo así se evitan los dramas entre excesiva riqueza y flagelante pobreza.

Si todos aprendemos a dar, enseñamos a la humanidad a multiplicar para mas recibir. Dar es recibir y esa es la ley. En la medida en que tu des, en esa medida y más recibirás.

No es este un principio moral sino más psicoterapéutico pues te lleva a la paz interior.

 

La preocupación por nosotros mismos exagera cualquier situación que en este momento nos atormente.  La tentación de atrincherarnos en nuestro propio dolor es tan grande que necesitamos fortaleza y un serio compromiso con nuestra salud emocional para concentrarnos en las necesidades de otra persona.  Tardamos mucho en aprender que nuestro dolor disminuye cada vez que consolamos a alguien que sufre.

Los periodos de depresión fomentarán nuestra solicitud compasiva si estamos dispuestos a aprovechar la inercia natural que acompaña la tristeza.  Nuestros momentos de quietud nos dan tiempo para tomar nota de la situación de otra persona.  Y esta consideración por los demás limpia y sana nuestras heridas.

Pocas veces ofrecemos toda nuestra atención y preocupación sincera a los individuos atribulados que nos encontramos en nuestra vida.  Y aun así, cada una de las personas que transitan por rutas iguales o paralelas a la nuestra necesitan la atención que sólo nosotros podemos darles.

Nuestro espíritu se alimenta cada vez que ofrecemos nuestro amor a otra persona.

Mis acciones de hoy fomentarán mi bienestar y el de alguien más.

Cuando se presenta una sensación o un pensamiento, tu intención no debe ser ahuyentarla, odiarla, preocuparte por ella, o asustarte.  Así, ¿Qué debes hacer exactamente con tales pensamientos y sensaciones? Simplemente reconocer su presencia.

Por ejemplo, cuando se presenta una sensación de tristeza, reconócela inmediatamente: " Una sensación de tristeza acaba de presentarse en mí." Si la sensación de tristeza continúa, continúa reconociéndola: " Una sensación de tristeza todavía está en mi." Si hay un pensamiento como, " Es tarde y los vecinos están ciertamente haciendo mucho ruido, " reconoce que se ha presentado ese pensamiento. Si el pensamiento continúa existiendo, continuo reconociéndolo. . Si se presenta una diversa sensación o pensamiento, reconocerlo de manera semejante.

Lo esencial es no dejar ninguna sensación o pensamiento presentarse sin el reconocimiento de él en nuestra conciencia, como el guardia de un palacio que está consciente de cada cara que pasa a través del pasillo delantero. Si no hay sensaciones o pensamientos presentes, entonces reconocer que no hay sensaciones o pensamientos presentes. Prácticas como esta ayudan a convertirse en un ser más consciente de tus pensamientos y sentimientos. Pronto arribaras a sostenerla en tu mente.